Mientras espero que acabe de grabarse un CD, se me ha ocurrido reservar ficticiamente una habitación doble en el hotel La Mamounia de Marrakech.
Hace años tomé un té en sus jardines y de vez en cuando vuelven a mis sentidos el sabor de las olivas, el aroma del jazmín y el destello de los rayos de sol reflejándose sobre la piscina central.
"Iré" del 9 al 12 de octubre, aprovechando el puente festivo de la Comunitat Valenciana.
Siguiendo unos sencillos pasos he accedido a la web del hotel La Mamounia, he llegado hasta el apartado de reservas, he comprobado la disponibilidad de habitaciones, he advertido que el montante por tres noches en habitación superior (nada de Suites, pues hay tres distintas) era de 18.500€, he cerrado de golpe la página -no sea que se me ocurra, inconscientemente, pulsar el botón Comprar-, he cerrado también el Firefox, -por si tienen rastreador de pringados-, he comprobado que ya había acabado de grabar el CD, he continuado trabajando y he, por fin, dejado para otra vida eso de ser afortunado en el dinero.
Debemos estar en crisis si hacemos caso a los periódicos, por lo que creo que el poco dinero que aún tengo debo reservarlo para, solidariamente, pagar el aumento de impuestos que nuestro buen amigo José Luis ha decidido regalarnos esta temporada, así, con ese dinerillo extra, podremos continuar comprobando durante un tiempo más como nuestras ciudades y pueblos de postín se llenan de nuevas y relucientes aceras que sustituyen a las nuevas, pero no ya relucientes aceras que habían con anterioridad.
La originalidad con la que estamos consiguiendo salir de la crisis estriba en pequeños detalles que sumados hacen mucho: dejar de salir a cenar un sábado, dejar de comprar "tanto como hasta ahora", quedarse en casa... La idea clave es esa última; que nos quedemos en casa, haciendonos pensar que así no estaremos expuestos a los peligros del consumo. Sin embargo, teniéndonos a todos controladitos en nuestras casas, los buitres que han ideado el maquiavélico plan recaudatorio, esperando que empecemos a consumir más electricidad, nos cobrarán el recién subido recibo de la luz y así conseguirán los esperados ingresos por vía recaudatoria.
Es listo nuestro presidente, muy listo. Tan listo como nuestro buen alcalde, que aprovechado el asunto de las aceras, nos está dejando sin posibilidad de aparcar cerca de casa y así, sibilinamente y sin otro remedio, acabaremos comprando una de esas flamantes plazas del parking subterráneo construido bajo la plaza mayor por una de esas grandes empresas que ahora empiezan a darse a conocer por otros asuntos, tan presumiblemente turbios como los que más en esta Comunidad; asuntos que niegan categóricamente -y con todo su derecho- los mencionados, acción esta por cierto, la de negar, que se pone ultimamente en marcha en el mismo momento en que nuevos actores entran en la escena del enrarecido sainete político/económico valenciano.
Finalmente, y volviendo a lo de la compra de la plaza de parking, estaremos indirectamente ayudando a engrosar las arcas municipales. Dinerillo que emplearán el alcalde y sus adláteres, como decía con nocturnidad pero sin alevosía –palabra que me recuerda alguna buena canción del gran Aute- mi estimado José María García, para pagarse a sí mismos esos sueldos de ministro, que por otra parte y vistos los que tenemos en este país, no parece que esa sea una comparación intelectualmente desproporcionada. En ambas direcciones.
Conclusión; nunca dormiré en La Mamounia, primero porque no soy político del PP, segundo porque el PSOE me exprimirá hasta sacar lo mejor de mí y tercero porque todos los demás partidos políticos existentes no saben, no contestan, no cuentan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Anímate a comentar lo que se te ocurra.