Esta es la última foto que le hice a Bilbo, mi compañero de penas, alegrías, paseos, cenas y otras mil pequeñas batallas. Hubiera querido que fueran dos mil o aún más, pero una estúpida enfermedad se lo llevó ayer (24 de enero de 2010), antes de tiempo y con él se fue un trozo desgarrado de mi corazón.
Bilbo tenía fama de no ser el mejor perro del mundo, pero a mí me gustaba su forma de ser; algo navajera y traicionera, con un toque "farruco" que le daba caracter y personalidad. A pesar de esa mala fama, quizá mala prensa, él nunca hizo daño a nadie, nunca atacó primero, nunca demostró ser malo, al contrario; supo transmitirnos su alegría, su vitalidad, su cariño hacia nosotros, su familia.
Mi mujer llora su ausencia, del mismo modo que lo hago yo cuando, volviendo la vista atrás, compruebo que Bilbo ya no me sigue.
Solo hace unas horas que nos dejó pero ya siento que el hueco que deja en mi día a día, va a ser difícil de rellenar.
Recientemente he leído a Javier Cercas hablando de su nueva mascota, lo hacía sorprendido del mucho cariño que podías llegar a sentir por un animal, leí no hace mucho un emotivo artículo de Elvira Lindo comentando las vivencias de su amado perro y también he leído a Juan José Millás, en la última de El País, comentarios relacionados con la reciente muerte de su mascota. Todos ellos y muchas personas más saben del dolor que podemos estar sintiendo ahora. Un dolor que se atenúa recordando las cosas buenas que hizo por nosotros; la impagable compañía que me hizo cuando mi mujer estuvo trabajando en Alicante, la alegría que él demostraba cuando ella volvía a casa cada fin de semana, las travesuras de pequeño, la tozudez de mayor, lo especial que era con sus comidas, la cantidad de camas para perro, cojines, zapatillas y alfombras que destrozó a lo largo de su corta vida. Destrozos que se los perdonabamos al poco, cuando con las orejas gachas se acercaba para ser acariciado...
No sigo porque a nadie le importa los detalles de una vida animal, simplemente son pequeñas historias que alimentan y enriquecen mi vida vivida. Solo digo que su muerte me llena de vacío.
La vida te quita y te da, no lo hace pensando en compensar, sin embargo creo que ahora mismo la vida me debe algo.