11 mayo 2010

Historias nimias


¿Cuántas historias hemos imaginado a partir de un pequeño detalle o de una sola imagen?
Esta en concreto cuenta una historia que ocurrió hace 82 años. Habla de la ruina que supuso para Jaime Bellarublos, nieto del intendente Boulanger, que este último desapareciera de manera misteriosa en los montes Trampanegra sin dejar herencia. Las crónicas cuentan que varias expediciones infructuosas fueron emprendidas durante las semanas posteriores a la desaparición, todas ellas a duras penas sufragadas por la familia del intendente, en tanto que el reparto de su fortuna, conseguida como tantas otras de manera poco edificativa durante su larga estancia en las islas del Pacífico sur, quedó suspendido en el aire por el requisito inexcusable de una firma debajo del célebre testamento, documento este que había sido publicado un año antes en un periódico de provincias francés.
Desde entonces y cada poco tiempo, los descendientes directos siguen buscando un presumible testamento anterior al publicado y posiblemente sí firmado, entre los más recónditos rincones del destartalado edificio que fue durante los últimos 14 años morada, y por los pelos no mortaja, del intendente Boulanger. Sombras nocturnas y nerviosas que se adivinan entre las varillas de la destartalada persiana veneciana que, inesperadamente, permanece en su puesto después de tanto tiempo deshabitado el edificio.

Seguiremos informando.

07 mayo 2010

Fotos del trabajo







Estas fotos las subo para que no penséis que me dedico exclusivamente a hacer fotos de lo que me apetezca. No, la mayor parte de mi trabajo fotográfico permanece ajeno a este blog, son imágenes de ambientes para mostrar el producto cerámico desarrollado en Venus Cerámica, empresa para la que trabajo desde hace unos años.

Jardín




06 mayo 2010

"El hombre inquieto", Henning Mankell

He encontrado este comentario que dejé escrito en un blog cuando acabé de leer la novela.
Lo reproduzco aquí:

Tengo la sensación de que para Henning Mankell fue una obligación escribir esta novela, del mismo modo que lo ha sido para mi leerla. A los dos nos ha costado lo nuestro llegar al punto y final.
Ahora todos creemos estar en paz; Mankell con sus lectores (en tanto que como "Dios Padre" tenía la “obligación” moral de completar la biografía de Wallander, cerrar el círculo de su vida) y nosotros -sus lectores- acompañando hasta el final a Wallander y leyendo esta irregular, última novela.
El trato dado al detective es algo injusto (potestad del autor, al fin y al cabo) pues la obra se construye sobre dos endebles pilares; un simple, casi burdo, compendio de recuerdos y pasajes de anteriores novelas (así el escritor se ahorra pensar demasiado la trama de esta novela, demostrando que ya está arto del personaje) y una trama de espías, militares y familias que algo ocultan, bastante pobre y trasnochada. Lo bueno de ambos casos es que, por un lado, puedes prepararte mejor para un posible concurso sobre la vida, obra y milagros de Kurt y por otro lado puedes ejercitar tu mente ideando nuevas tramas, algo más complejas que esta. En descargo del autor diré que nunca fueron demasiado interesantes las tramas policiales que escribió, el gran acierto de esta serie policíaca está más en la descripción del personaje principal, no tanto los secundarios y el entorno en el que ocurren las cosas.
Creo que no es necesario extenderme más; para mí, el resultado final es lo que decía al principio; una obligación para Mankell y otra para sus lectores.
Una pena, pues estos últimos siete u ocho años me estuvo agradablemente acompañando Wallander, se convirtió en una especie de padre lejano, más bien el tío por parte de madre que vive lejos, y ahora siento que su autor no estuvo a la altura de nuestras espectativas (en descargo de Mankell diré que las espectativas siempre las ponemos nosotros, él no es culpable directo de lo que crece en nuestro cerebro) deshaciendose del personaje más que despidiéndose de él.

Y ya puestos subo esta otra fotografía de la serie Absurdas, a la que también pertenecen las dos anteriores, que me sirve para cumplir con un cupo mínimo de posts mensuales, necesario para considerar que este blog permanece abierto.

¿Vale la pena?



Estas dos fotos pertenecen al tipo de fotos que se toman cuando tienes la cámara a mano -en este caso en el coche, mientras conduces-, tiempo de sobra y ganas de creer que esa curva que acabas de tomar ofrece unas posibilidades merecedoras de dedicarle unos minutos.
El resultado es el que ofrezco con estas dos fotos, en donde queda claro que ni soy ese fantástico fotógrafo con ínfulas de artista, ni vale la pena parar cada pocos quilómetros, ni estar mirando y remirando lo que te rodea, ni nada de todo eso. Es cierto que actuando así puedo conseguir grandes tomas, mjores que si piso el acelerador, miro al frente y dejo la cámara en casa, pero a veces hay que preguntarse si estás aportando algo al mundo de la fotografía tomando imágenes como las de aquí arriba, en las que para salvarlas de la quema, lo único que se me ha ocurrido hacer es simplemente un revelado curioso, es decir, si tienen algo (que lo dudo) es por la forma, no por el fondo, que es lo que importa.

Geometrías visuales