Corteo es un espectáculo casi redondo, no solo por su pista circular que gira cuando la ocasión lo requiere, sino porque es una suma bastante acertada (casi un compendio) de teatro, circo, drama, comedia, música, luz, color, riesgo, espectáculo...
Difícil que no te atrape.
Sin embargo, a veces desengancha, sobre todo ocurre cuando te das cuenta que estás pagando una pequeña fortuna por ver payasos haciendo reír; hay demasiados sketch (o como se diga) circenses. Con esos precios, el espectáculo es decididamente para adultos, o bien de los que pueden pagar entradas en la reventa de un Madrid-Barça o bien de los que una vez al año pueden permitirse un capricho, no dos. Siendo así quizás le sobran a Corteo algunos números de humor, aunque siendo serios, tampoco es algo que deba preocupar a nadie pues ¿que sería el circo sin payasos, siendo ellos su razón primera?.
También -y más grave- le falta algo de dramatismo en la fase final. El principio del espectáculo es arrebatador con la visita de la troupe al postrado payaso sin embargo, el abrupto final desmerece por comparación con ese principio.
En cuanto a los números circenses no tengo nada que objetar, si acaso quisiera saber a quién tengo que remitir la factura del doctor que me volvió a encajar la mandíbula, la mantuve abierta (de admiración se entiende) durante todo el espectáculo y al acabar tuve problemas. En definitiva, un diez a todos esos casi super héroes que vi en acción sobre la tarima en movimiento. Y otro a los preparadores, directores artísticos, iluminadores, maestros de música, etc.
Mi opinión final es que Corteo es un gran espectáculo, aunque no está a la altura de Quidam quizás sea porque ese fue el primer espectáculo que vi de El Circo del Sol y quedó grabado en mi libro particular de los momentos a recordar de toda una vida. Su banda sonora, así como la imaginería visual de Quidam, me llegó más que la de Corteo, sin embrago reconozco que Corteo parte de una premisa más atractiva; los últimos momentos en la vida de un payaso.
