
Siempre me he quejado de la masificación de turistas en los nucleos urbanos turísticos, mi postura ha sido habitualmente contraria a la expresión de ese acto gregario de ir donde van todos -y a la vez-, pero estos días, que no había nadie (o casi) a mi alrededor, he sentido una cierta necesidad de ellos. Es como si me hubiera equivocado en la elección de mi viaje, como si Cáceres, Tujillo, el Jerte... estuvieran fuera de los circuitos y yo debiera haber ido a Amsterdam, pongamos como ejemplo.
En fin, es una sensación que debo analizar porque no me arrepiento nada de haber ido a Extremadura.
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