Como todos los viernes desde hace muchos años (más de los que quisiera), esta mañana he ido a por el periódico.
Mis amigos de El País, periódico al que los viernes soy fiel, entre otras cosas por el suplemento EP3 y por Carlos Boyero, me tenían reservada la desagradable sorpresa, que lo es menos porque viene repitiéndose todo el verano, de encoger el periódico y reducirlo a poco más (o menos) de 60 páginas.
Sin embargo, el precio no ha adelgazado, no. Sigue siendo 1,20 € lo que tengo que pagar, pero ahora a cambio de la mitad de páginas.
Supongo que se nos pide un esfuerzo, ya se sabe; que si la crisis, la bajada de anunciantes, el verano... Pero olvidan que también yo estoy en crisis y que ahora miro un poco más a quién le doy mi dinero.
Y sintiendolo mucho por ellos (o por lo menos, bastante), se lo doy a El Mundo, que aunque también ha hecho de las suyas con Metropolis, por lo menos me ofrece El Cultural -al que quizá le sobra el Ansón en la primera, aunque esa es otra historia-, y me lo llevo a casa tan feliz.
No ha sido hoy la primera vez en que me ponían los de El País en la tesitura de elegir, y supongo que al paso que vamos, no será la última vez.
Ellos saben que se arriesgan sacando a la calle un periódico de pago pero con contenido, por volumen, de gratuito, y saben que pueden perder.
Y así ocurre, por lo menos en mi caso.
Moraleja sencilla:
menos ingresos por la crisis que afecta a los anunciantes = menos páginas para reducir costes = menos consumidores = menos tirada = menos ingresos por la venta de periodicos = ...
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