31 mayo 2010

Cuatro palos










Acercándonos inexorablemente al verano y cobijados, casi escondidos, bajo la sombra de un encino vemos pasar, impertérritos y derrotados, las calurosas últimas tardes de esta primavera.
El tiempo futuro, que de tanto repetirse ha acabado por enseñarnos la jugada, nos depara bochornosas horas de calor.
Avisados estamos pues, de ahí que una cerveza fresca a los pies, un sombrero de paja en la cabeza baja y una baraja entre las manos ayuden, y mucho, durante el dantesco tránsito por los fuegos del verano.

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