Hay series, muchas series en la TV actual.
Aunque si nos ponemos serios no hay tantas series como parece. En serio, sería tonto pensar que abundan las buenas series cuando hay una oferta que supera el centenar.
Así pues, voy a ir hablando sobre las cuatro o cinco que últimamente me han atrapado.
Rubicon no es una serie para fans de Águila roja, Las chicas de oro (Spanish club), Al salir de clase u otras similares. Ni siquiera para los seguidores de James Badge Dale, tan conocido él como casi el resto del reparto. No les gustará y me odiarán a mí por haber empleado en mi vocabulario la palabra Rubicon .
Para todos los demás, en los que incluyo a personas con una mínima curiosidad intelectual, con o sin estudios y a todos los demás, menos a los que no sean capaces de aguantar frente a la tv sin que pase nada durante 5 minutos, tengo que decir que la serie es muy, muy digna. De lo mejor que se puede ver hoy día. Una serie bastante alejada de otras en las que se van sumando tramas y subtramas dispersas hasta perderse los guionistas en el estudio -y nosotros en casa-, hablo de series como Flashforward, que quiso ser la continuación de Lost pero que acabó siendo un buen ejemplo de lo que pudo ser y no fue (ya veremos qué ocurre con The Event) o series en las que lo único que ocurre es lo que esperamos que ocurra (de ahí el éxito de House o Big Bang, series que por cierto a mí me encantan).
Rubicon es otra cosa, una pequeña bola de nieve que va engordando adecuadamente a medida que llegamos al final de la temporada. En estos momentos la bola es grande, muy grande y las piezas van encajando sin estridencias, las conexiones se van uniendo y el interés crece al comprobar que había unos guionistas que sabían adonde querían llegar.
Falta el último capítulo pero los que la siguen desean más Rubicon.
Larga vida al Cesar.
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