

Durante un rato estuve mirando al pobre patito para ver si era capaz de arrojarse al agua y seguir a la madre o si, por el contrario, permanecía en tierra firme, solo y desamparado, esperando a que ella se acercase a él.
Al final saltó y nadó hasta encontrar la seguridad que su madre le ofrecía.
Una historia conmovedora, más sobre todo si estás presente para observarla en todo su desarrollo.
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